Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


100124
Legislatura: 1887
Sesión: 28 de marzo de 1887
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Marqués de Muros.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 56, 1264-1265.
Tema: Disciplina o indisciplina de los Senadores de la mayoría.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Empiezo por declarar que los padres del Sr. Marqués de Muros conocía a S.S. mejor que S.S. mismo (Risas), y que hicieron muy bien en quitarle de la cabeza la idea de meterse en la Compañía de Jesús, en la cual S.S. lo hubiera pasado muy mal, porque la independencia de carácter de S.S. (que yo no combato, no, al contrario), le hace de todo punto incompatible con la referida Compañía de Jesús (Risas), porque eso de la obediencia ciega al superior, no me parece que entra para nada con S.S. (Nuevas risas).

Pero en fin, ya que hemos entrado en este terreno amistoso, en que S.S. y yo podemos discutir, debo manifestarle que el Gobierno no puede hacerse solidario ni responsable de lo que digan los periódicos ministeriales, los cuales no tengo tiempo de leer todo lo que dicen relativamente a las críticas que puedan hacer de los Diputados y Senadores, de los Representantes del país, y cuando muchas veces esos juicios que forman los periódicos ministeriales, en uso de su libertad, son debidos también a los naturales impulsos de defenderse de lo que dicen los periódicos de oposición; porque S.S. se fija en lo que han dicho los periódicos ministeriales, pero no en lo que han dicho los de oposición.

El Gobierno, por consiguiente, no puede responder de lo que digan los periódicos ministeriales respecto a este punto, ni mucho menos debe hacerse solidario, porque los Gobiernos no pueden hacerse solidarios ni responsables más que de sus actos y de sus discursos pronunciados aquí y en el otro Cuerpo Colegislador. Eso por un lado; y esta consideración S.S. ha debido tenerla muy en cuenta.

Después, claro está que si me pregunta S.S. si me pareció bien y si me alegré de ver a S.S. enfrente del Gobierno, le declaro francamente que no, porque al fin, no me gusta ver a mis amigos enfrente de mí, no digo en una cuestión como la del arrendamiento de la renta del tabaco, que si realmente no es trascendental por su espíritu y pos su fondo, lo es por la importancia que se le ha querido dar. Así es que yo no veía con gusto eso.

Su señoría ha dado de ello perfectamente una explicación, sólo que lo ha atribuido a un error. El señor Marqués de Muros creía que el Sr. Ministro de Hacienda ha hecho las declaraciones que hizo por falta de experiencia. No; aunque el Sr. Ministro de Hacienda es nuevo en el Gobierno, es ya antiguo en el Parlamento, y además, es una persona cuyos merecimientos y conocimientos nadie puede poner en duda, y cuya experiencia, aunque todavía no muy entrado en años, es de todo el mundo notoria. Lo que S.S. llama inexperiencia, es delicadeza del Sr. Ministro de Hacienda. Al ver el Sr. Ministro de Hacienda que era combatido por las oposiciones, al ver que hasta algunos amigos del Gobierno dudaban de sus proyectos, me suplicó que no hiciera de ello una cuestión de Gabinete, y me dijo: ?Yo haré todas las declaraciones necesarias, porque quiero que los que voten este proyecto lo hagan con la misma convicción que yo tengo, de que es conveniente a los intereses del país?. A este rasgo de delicadeza no me pude oponer, con harto sentimiento mío, porque de cualquier modo, Sres. Senadores, el proyecto de ley que todavía se está discutiendo, es verdad que se debe a la iniciativa del Sr. Ministro de Hacienda; pero fue llevado al Consejo de Ministros, el Consejo lo estudió muy detenidamente, lo examinó, lo discutió y lo aprobó como base de un sistema financiero, como base de unos presupuestos; y desde aquel momento, el proyecto de ley dejaba de ser del Ministro de Hacienda, y era ya proyecto del Gobierno, y por lo tanto, su aprobación era naturalmente cuestión de Gobierno.

Sin embargo, yo quise ser deferente con mi compañero hasta el punto de no hacer declaraciones que hubiese hecho, porque el Sr. Ministro de Hacienda se empeñó en que se dejara a los Sres. Senadores en completa libertad de votar la cuestión, no como asunto de Gobierno, sino como proyecto que él creía necesario y conveniente a los intereses de la Nación. En este concepto, naturalmente, yo sentí que en este asunto, como en todos los demás, aun en los de menor importancia, sentí, digo, me causó dolor ver que amigos míos votaran con los contrarios; porque yo dije: ?Pues entonces no tienen confianza en mí?. Y en efecto, lo afiliados a un partido tienen deberes que cumplir y no han de tener inconveniente en ir donde vaya su jefe, porque si no, parece que no tienen en él confianza. Dicho se está que no puedo llevarlos ni los he de llevar sino donde puedan ir dignamente; y por lo tanto, no debían tener reparo en ir conmigo donde fuera, puesto que irían bien. Pero en fin, la explicación que ha dado S.S. me satisface por completo, y esa cuestión, hayan dicho lo que quieran los periódicos, está completamente zanjada. Su señoría ha dicho que hubiese creído que eso podía haber redundado en daño del Gobierno, quizá, quizá, se hubiera abstenido.

Yo declaro (es verdad que debo ser más hombre de partido que S.S.) que en lugar de S.S. hubiera dicho lo siguiente: ?Señores Senadores, yo he sido y soy partidario del desestanco, y por consiguiente, me parece tan mal lo que existe como lo que el Gobierno propone; y siendo Gobierno, declaro que yo no propondría semejante cosa. Pero hecha esta declaración, como con quien vengo, vengo, una vez que lo que propone el Gobierno es bajo su responsabilidad y no la mía, declaro que voto con el Gobierno, siquiera para que mi voto no se sume con el de los adversarios?. Esto hubiese hecho yo, con lo cual S.S. hubiera salvado sus opiniones y no nos hubiese dado el disgusto de verle enfrente, y sobre todo a mí, que le tengo muy grande, cuando veo enfrente a algún amigo, aunque sea en la cuestión más pequeña; ni de broma los quiero ver enfrente.

Por lo demás, claro está que ésta es una cuestión [1264] aislada; no es una cuestión política, no es una cuestión de programa o de bandera; hay cierta libertad, hay cierta independencia, la independencia prudente que pueden y deben tener los amigos del Gobierno, y por consiguiente, como cuestión aislada no tengo nada que decir. Bien está S.S. en la mayoría; yo le veo con mucho gusto y deseo que continúe en ella tan dignamente como ha continuado hasta aquí, dando con ello gusto a sus amigos y sobre todo a mí que lo soy muy antiguo de S.S. [1265]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL